
Smartmatic, Chávez y el uso de la democracia: del fraude venezolano al control electoral global
Este artículo de Semper Honor revela el entramado oscuro detrás de Smartmatic, una empresa nacida en el corazón del chavismo y utilizada como herramienta de manipulación electoral desde Venezuela hasta los Estados Unidos. A través de una cronología rigurosa y una argumentación firme, se expone cómo el socialismo y el globalismo han corrompido la esencia del voto libre, reemplazándolo por un simulacro democrático.
Jefferson Coronel
4/10/20253 min read
La mentira del voto libre
Durante décadas, nos han repetido como dogma que votar es el acto supremo de libertad en las democracias modernas. Pero, ¿qué sucede cuando el mecanismo mismo del voto es secuestrado por una maquinaria de intereses oscuros, ideología socialista y el globalismo? Este no es un artículo sobre tecnología electoral: es una denuncia contundente sobre la corrupción sistemática de la voluntad popular mediante empresas como Smartmatic, nacida en la Venezuela chavista y expandida como cáncer por el mundo "democrático".
I. El origen venezolano: el nacimiento de una trampa
Todo comienza en Caracas, 1997. Antonio Mugica funda Software Softer, que en 2001 cambia su nombre a Bizta R&D. Esta empresa, junto con Smartmatic (creada en Delaware en 2000), formaría el consorcio que desarrolló el sistema automatizado de elecciones SAES, utilizado por el régimen de Hugo Chávez.
Lo alarmante no es solo el origen venezolano, sino la participación directa del Estado socialista en su estructura. En 2003, el gobierno de Chávez adquiere el 28% de Bizta y coloca a un funcionario del Ministerio de Ciencia y Tecnología en su junta directiva. Desde ese momento, el software de Smartmatic dejó de ser una herramienta electoral para convertirse en un instrumento de dominación.
II. El fraude legitimado: del referéndum de 2004 a la farsa permanente
En agosto de 2004, llega el golpe más evidente cuando Smartmatic debuta con sus máquinas en el referéndum revocatorio contra Chávez. Los resultados fueron calificados como "matemáticamente imposibles" por la desde entonces, "falsa oposición" venezolana. La manipulación fue clara. No obstante, la adicción electorera venezolana y la maquinaria socialista global, con ayuda de observadores internacionales cómplices, legitimó los resultados.
Aquella victoria fraudulenta marcó el inicio de una nueva era: las dictaduras ya no necesitarían desaparecer urnas o amenazar a votantes. Bastaba controlar el software. La voluntad popular pasó a ser una simulación algorítmica.
III. Exportando la corrupción: Smartmatic y su expansión mundial
Con dinero del contrato venezolano, Smartmatic adquiere en 2005 la compañía estadounidense Sequoia Voting Systems. Así comienza su entrada al mercado electoral norteamericano. La compra generó alarma en el Congreso y en agencias federales. La Comisión de Inversiones Extranjeras en EE.UU. (CFIUS) abrió una investigación por posible amenaza a la seguridad nacional.
Los problemas de transparencia se acumulaban: opacidad en la propiedad intelectual, desarrollo del software en Serbia y China, y conexiones con el régimen chavista. A pesar de todo, las operaciones siguieron.
Smartmatic se presentaba como empresa neutral y "auditada", pero informes de California en 2007 revelaron fallas graves en el código fuente y vulnerabilidades que podían permitir manipulación de resultados. Incluso el Carter Center reconoció la dependencia de la CNE venezolana del software de Smartmatic.
IV. Las mentiras del desvínculo: propaganda, relaciones públicas y globalismo
Frente a las presiones, Smartmatic decidió vender Sequoia en 2006, pero las conexiones continuaron. En 2014, Mugica y el globalista Mark Malloch-Brown (ligado a Soros) anuncian la creación del grupo SGO, matriz de Smartmatic. Desde entonces, la empresa adoptó una narrativa de "defensora de la democracia" y "combatiente de la desinformación".
Lo irónico es que fue la propia Smartmatic quien reconoció en 2017 que el régimen de Maduro manipuló las cifras de participación con su sistema. Sin embargo, también afirmaron que eso no implicaba manipulación del resultado. En otras palabras: admiten que sus sistemas permiten fraude, pero insisten en que el resultado es confiable.
V. Penetración en EE.UU. y captura institucional
Heider Garcia, uno de los ingenieros que desarrolló el sistema SAES en Caracas, llegó a ser administrador electoral en Tarrant County, Texas, y luego en Dallas County. Hoy es panelista de la Comisión Electoral Federal. ¿Cómo pasamos de tener desarrolladores de software para dictaduras a encabezar procesos electorales en el corazón de EE.UU.?
Smartmatic no solo penetra sistemas, penetra instituciones. Uno de sus presidentes fue parte del equipo de transición Biden-Harris. Su actual CEO promueve la "confianza" mediante voto digital e identidad biométrica. Todo en nombre de la "inclusión" y la "seguridad".
VI. Las nuevas dictaduras: digitales, progresistas y globalizadas
La historia de Smartmatic no es un caso aislado. Es la radiografía del nuevo modelo de dominación. Ya no hacen falta tanques ni represión visible. Basta controlar el algoritmo, ocultar la propiedad, manipular el código, y luego presentarse como garantes de la democracia.
Chávez fue el primer cliente. Pero el verdadero objetivo siempre fue exportar el modelo. Filipinas, Kenia, EE.UU., América Latina. Las "elecciones" no se ganan con votos, se programan. Y los ciudadanos, convencidos de su libertad, siguen entregando su poder a las máquinas manipuladas por los que los esclavizan.
Conclusión: la democracia es la farsa perfecta para legitimar la tiranía moderna
Lo que está en juego no es un software, ni una empresa. Es la esencia misma del orden político. Si el voto no representa la voluntad del pueblo, entonces la democracia es una farsa y el Estado se convierte en un teatro de títeres.
No se trata de restaurar el voto, sino de comprender que la democracia se ha degradado en un sistema de manipulación masiva disfrazado de participación. La solución no es "auditar" el sistema, sino sustituirlo. Crear estructuras de gobierno donde la autoridad no emane de encuestas manipuladas, sino de la competencia, la responsabilidad y el orden.
Semper Honor está llamado a realizar ese orden nunca alcanzado en Venezuela.
