El Engaño Azul: Cuando la Oposición Se Viste de Resistencia Para Servir al Chavismo

La llamada “oposición venezolana”, hoy encabezada por María Corina Machado, ha abandonado toda intención real de liberar al país, optando en cambio por una estrategia de cohabitación con el régimen chavista. A través del análisis histórico, político y moral, se expone cómo figuras como Capriles, Guaidó, Rosales y ahora Machado han participado en un teatro de alternancia sin ruptura, diseñado para perpetuar el narcopoder bajo un disfraz democrático. El texto concluye con un llamado claro y contundente: romper con la falsa oposición es condición indispensable para liberar a Venezuela.

LEY Y ORDEN

Jefferson Coronel

4/15/20258 min read

I. INTRODUCCIÓN – MÁS DE LO MISMO

Durante años, María Corina Machado fue el estandarte de la esperanza antichavista. Se presentó como la voz firme, como la líder incorruptible, la que le dijo a Chávez que: "expropiar es robar"; como la única capaz de decir “no” donde otros decían “sí, pero”. Se nos vendió como la Thatcher criolla, la mujer de acero que enfrentaría la tiranía de frente. Sin embargo, los últimos meses han dejado al desnudo una verdad tan dolorosa como contundente: María Corina Machado y su entorno político han abrazado la estrategia de la cohabitación. No están luchando para destruir al chavismo, están administrando su continuidad.

Este artículo es una denuncia, una advertencia y un llamado. No a la resignación, sino a la lucidez. No a la abstención, sino a la acción verdadera. No al mesianismo político, sino a la responsabilidad moral. Porque mientras la falsa oposición simula luchar, Venezuela está desapareciendo. Es necesario decirlo, una y otra vez, con todas sus letras: esta oposición funcional es parte del régimen, y su permanencia en el escenario político solo garantiza la perpetuación de nuestra tragedia nacional.

II. UNA HISTORIA DE TRAICIONES: DESDE LA MESA DE LA UNIDAD HASTA LA PLATAFORMA UNITARIA

Para entender la verdadera naturaleza de la falsa oposición venezolana, debemos revisar sus estructuras. Desde la fallida Coordinadora Democrática hasta la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y posteriormente la Plataforma Unitaria, la narrativa ha sido siempre la misma: promesas de cambio, llamados a elecciones, participación en farsas diseñadas por el régimen, y finalmente, la perpetuación del statu quo... "A Bailar salsa" como herramienta de lucha. Son simplemente impresentables. 

Basta recordar cómo, en 2006, la MUD legitimó la candidatura de Manuel Rosales —un gobernador zuliano que luego terminaría haciendo acuerdos con el chavismo para preservar su parcela de poder. En 2012 y 2013, Henrique Capriles Radonski se presentó como el candidato de unidad. Tras perder las elecciones frente a Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro en procesos viciados, su llamado no fue a la rebelión ni a la desobediencia civil, sino a la resignación pacífica. “El que se cansa pierde”, decía. Y así fue: Venezuela perdió.

En 2015, la oposición ganó la Asamblea Nacional. Parecía un punto de quiebre. Pero rápidamente quedó claro que esa victoria sería administrada con el mismo guion de siempre: negociaciones, llamados al diálogo, y la famosa “diplomacia parlamentaria”. ¿El resultado? La presunta persecución de diputados, la creación de la ilegítima Asamblea Constituyente, y una oposición dividida, desarticulada y servil.

Juan Guaidó, proclamado “presidente interino” en 2019, representó la última gran esperanza de cambio institucional. Pero su interinato no condujo a la liberación del país, sino a una larga lista de escándalos, manejos opacos de fondos, pactos con el régimen y giras diplomáticas estériles. Hoy, su figura es un recuerdo doloroso de una oportunidad desperdiciada. Haciendo evidente, una vez más, lo necesario que es la falsa oposición al chavismo.

Y finalmente llegamos a María Corina Machado, quien capitalizó el hastío generalizado hacia esa casta política. Pero su discurso duro, su retórica firme y su narrativa de confrontación han dado un giro abrupto. Hoy, sus aliados se reúnen con alcaldes del PSUV, hablan de “transición negociada” y llaman a la calma mientras el régimen encarcela a su equipo. ¿Acaso no es esto más de lo mismo?

III. LA ENTREVISTA DE MAGALÍ MEDA: CONFESIONES DE LA TRAICIÓN

La entrevista concedida por Magalí Meda, jefa de campaña de María Corina Machado, a Nitu Pérez Osuna, es una pieza clave para desenmascarar el "nuevo rostro" de la falsa oposición. En sus propias palabras, Meda reconoce que “habrá fotos con chavistas” y que los venezolanos “deberán tragar grueso” frente a ese proceso de transición que ellos ya dan por sentado.

¿De qué transición habla? ¿Una en la que Diosdado Cabello, Freddy Bernal y Delcy Rodríguez mantendrán cuotas de poder? ¿Una en la que los verdugos se sientan en la mesa junto a sus víctimas? Meda no habla de justicia ni de castigo, sino de “reconciliación”, “amplitud” y “unidad nacional”. El lenguaje es claro: no se trata de liberar a Venezuela, sino de administrar la miseria bajo nuevos rostros.

Pero hay más. Meda reconoce que hay 40 alcaldes “opositores” que están negociando con el régimen su participación en las próximas elecciones. Habla de reuniones semanales entre partidos de izquierda y derecha. Habla de acuerdos. Habla de negociaciones. ¿Y los presos políticos? ¿Y la clandestinidad de su propia líder? ¿Y los crímenes de lesa humanidad? Silencio. Omisión. Complicidad.

Quien normaliza al narcorégimen se convierte en su socio. Quien justifica una foto con el poder que tortura, mata y empobrece, no es un aliado de la libertad, sino un gerente del cautiverio. Magalí Meda no habla como una luchadora por la libertad, habla como una vocera del nuevo pacto de élites. Y eso es imperdonable.

IV. MARÍA CORINA Y LA POLÍTICA DE DOBLE CARA

María Corina Machado ha sido astuta. Ha entendido que el venezolano está hastiado de los Capriles, Rosales, Borges, López y compañía. Ha cultivado una imagen alternativa, rebelde, antisistema. Pero su entorno, sus decisiones recientes y su falta de condena frontal a la estrategia de cohabitación, revelan otra cosa: no busca destruir el sistema, busca liderarlo con otro disfraz.

La verdadera prueba de un líder no está en su discurso, sino en sus actos. Y los actos de Machado, desde las primarias hasta hoy, apuntan a una estrategia de administración cómplice del conflicto. El “vamos bien” de Guaidó ha sido reemplazado por el “Hasta el final” de María Corina. Promesas vacías, estrategias ambiguas, y una gran maquinaria de relaciones públicas diseñada para mantener el entusiasmo sin cambiar el fondo del problema.

Hoy, mientras Edmundo González Urrutia es el presidente electo de la “candidatura unitaria”, Machado respalda un proceso que ya nace viciado. Se legitima un cronograma electoral dictado por el chavismo. Se acepta el marco institucional que ha garantizado el poder absoluto del PSUV. Se negocia con actores internacionales que piden elecciones, pero no justicia.

El pueblo venezolano no necesita otra gestora del desastre. Necesita una ruptura. Una voluntad de hierro. Un liderazgo que más que llamar traidor al traidor, cómplice al cómplice, no esté dispuesto a ninguna foto con el verdugo, que esté dispuesto a encarcelar a todos y cada uno de los miembros de esta organizacion transnacional del crímen organizado, de la cual, la falsa oposición es parte fundamental.

María Corina, al igual que los que la precedieron, ha fallado esa prueba.

V. LA FUNCIÓN DE LA FALSA OPOSICIÓN: LAVAR LA CARA DEL CHAVISMO

La falsa oposición no existe para derrotar al chavismo. Existe para legitimarlo, para vestirlo de civilidad, para suavizar su imagen ante la comunidad internacional y prolongar su permanencia en el poder. Su función no es liberar al país, sino preservar los mecanismos de dominación mediante una narrativa de cambio controlado. Simplemente crean un espejismo.

Desde los diálogos de República Dominicana, pasando por las negociaciones en Barbados, hasta el Acuerdo de Barbados más reciente, la oposición ha servido como garante de la estabilidad del régimen. Mientras se habla de transiciones, de elecciones libres, de garantías institucionales, el chavismo mantiene intactos sus aparatos de represión, censura y control social.

La política del “mal menor” ha sido la coartada moral de estos actores: mejor participar y perder que ceder todo el espacio al chavismo, dicen. Pero en la práctica, esta participación solo ha servido para darle oxígeno a un sistema criminal. Se sientan con los verdugos, negocian con sus torturadores, pactan con quienes asesinaron a: Oscar Pérez, Caguaripano, Neomar Lander, entre otros muchos venezolanos que han dejado su vida por salir de este régimen, simplemente se burlan de estos muertos, ¿Con qué derecho se llaman oposición?

VI. LAS CONSECUENCIAS DE LA COHABITACIÓN: MÁS REPRESIÓN, MÁS HAMBRE, MÁS EXILIO

El costo de esta farsa no es simbólico. Es humano. Mientras la falsa oposición juega a la democracia, millones de venezolanos siguen viviendo bajo condiciones inhumanas. Más de siete millones han huido del país. Las cárceles siguen llenas de presos políticos y los criminales libres y viajando por el contienete entero, convertidos en una fuerza invasora y de desestabilización en países como Colombia, Chile y Estados Unidos, dirigidos por el Tren de Aragua, que no es más que otra herramienta útil al chavismo así como la "oposición". El aparato represivo funciona con total impunidad. El hambre, la miseria y la desesperanza son la norma.

Cada vez que un líder opositor legitima al régimen participando en la farsa electoral, le está diciendo al ciudadano, al venezolano de bien, que no hay alternativa real. Está sembrando cinismo, desesperanza y apatía. Está destruyendo el alma nacional. El chavismo no habría durado tanto sin sus cómplices. Y entre esos cómplices están quienes se presentan como sus opositores.

VII. ¿QUÉ HACER? EL DEBER MORAL DE ROMPER CON LA FALSA OPOSICIÓN

No hay liberación sin ruptura, siempre hemos tenido una piedra de tropiezo que nos ha impedido avanzar hacia una salida definitiva. Y esa ruptura debe ser doble: la más obvia, con el régimen chavista, que ya sucedió hace más de dos décadas, y con su simulacro opositor, que hasta hoy sigue siendo el Caballo de Troya que destruye cualquier avance que podamos lograr. Venezuela necesita una nueva generación de líderes que no estén atados a los pactos de cohabitación ni al financiamiento extranjero condicionado de los globalistas. Líderes que no teman decir y hacer lo que todos sabemos y pocos se atreven a encarar: la salida es armada y la oposición oficialista es parte del problema.

Esto implica construir estructuras desde la base, recuperar el sentido del honor en la política, articular una resistencia armada, perseguir y enjuiciar a los colaboracionistas. Implica también preparar escenarios de desobediencia, de rebelión contra las imposiciones del régimen, incluso cuando vengan disfrazadas de procesos democráticos.

Hay que salir del círculo vicioso: falsa oposición – diálogo – elecciones – fraude – nueva falsa oposición. Hay que romper la rueda y fundar un nuevo camino. Uno que parta de la verdad, no de la conveniencia.

Requiere sacrificio. Requiere coraje. Requiere venezolanos decididos a dejar de seguir y obedecer a los farsantes y empezar a construir una oposición real, con estructuras reales, con principios innegociables.

No es una tarea para todos. No es una tarea fácil. Pero es la única tarea que nos hará libres.

VIII. CONCLUSIÓN: LA HORA DE LA REBELIÓN

Venezuela no será libre por casualidad. No se salvará con diálogos fraudulentos ni con elecciones. No habrá redención mientras sigamos creyendo que quienes nos vendieron al enemigo pueden ahora rescatarnos. La libertad exige sacrificio, claridad moral y ruptura total con los engranajes del poder que han mantenido a la nación en ruinas.

El tiempo de las medias tintas debe terminar. La hora exige una nueva generación de ciudadanos y líderes que no busquen convivir con el mal, sino erradicarlo. Que no midan sus palabras por cálculo político, sino por compromiso con la verdad. Que no tengan miedo a ser llamados radicales cuando lo que enfrentamos es un régimen criminal y su teatro opositor.

Combatir a la falsa oposición no es dividir, es depurar. No es debilitar la causa, es fortalecerla. Porque una causa manchada por traiciones y pactos indignos no puede triunfar. Necesitamos una oposición nacida del dolor del venezolano y no de la indolencia de la casta política proveniente del socialismo surgido luego de la caída de Pérez Jiménez, guiada por principios y no por encuestas, por ideales y no por financiamiento, por la dignidad y no por la conveniencia.

Solo así podremos construir el país que no hemos podido lograr. Fundado sobre los principios y valores emanados de la tradición judeocristiana. Una Venezuela donde ser libre no sea una aspiración remota, sino un derecho cotidiano. Donde los venezolanos no huyan por las fronteras, sino que regresen a levantar las ruinas con manos limpias y corazones firmes.

Ese momento llegará. Pero solo si tenemos el coraje de mirar a los ojos a nuestros verdugos —y a sus cómplices disfrazados de libertadores— y acabarlos de una vez por todas. No más mentiras, no más espejismos, no más claudicaciones. Venezuela no se negocia. Venezuela se libera.

Honor, verdad y rebelión. Ese es el camino.