Del caos al orden: El camino hacia una Venezuela segura y respetada

¿Cómo se puede restaurar el orden en una nación devorada por el crimen, la corrupción y la impunidad? Este artículo traza una ruta clara y contundente para acabar con la delincuencia en Venezuela, inspirándose en los modelos de Singapur, el Plan Bukele en El Salvador y la doctrina de orden de Marcos Pérez Jiménez. Es una propuesta probada, con una visión moral inflexible, que resiste el tiempo y la cultura. Esta hoja de ruta exige acción, liderazgo y sacrificio. La Venezuela nueva no será construida por moderados ni cobardes. Será forjada por hombres de honor que entienden que sin orden, no hay libertad.

LEY Y ORDEN

Jefferson Coronel

4/11/20256 min read

INTRODUCCIÓN

Venezuela ha sido, durante las últimas décadas, un laboratorio del caos. Las calles están dominadas por bandas criminales, las instituciones por redes corruptas, y las cárceles por los pranes. Vivimos una guerra no declarada contra la civilidad, donde los buenos ciudadanos son las víctimas constantes de un sistema que premia la impunidad. Frente a esto, ya no basta con paños tibios, ni reformas cosméticas. Se necesita una revolución moral, institucional y punitiva. Es hora de asumir con firmeza que sin orden, no hay libertad. Este artículo propone una hoja de ruta inspirada en tres pilares históricos: el modelo de Singapur, el Plan Bukele en El Salvador y la doctrina del orden de Marcos Pérez Jiménez. Cada uno de ellos, a su manera, demuestra que la criminalidad puede ser vencida si existe voluntad, liderazgo y poder para actuar sin titubeos.

I. DIAGNÓSTICO: LA VENEZUELA SECUESTRADA POR EL CRIMEN

Hoy en Venezuela, el Estado ha sido sustituido por conglomerados criminales. Las barriadas están gobernadas por bandas armadas o "colectivos" que cobran vacunas, secuestran, violan y asesinan con total impunidad. La Policía es solo una mafia más, las fiscalías son oficinas de extorsión y los tribunales, simples vitrinas de la corrupción. El ciudadano honesto está desprotegido, gracias a la Ley Desarme impulsada por María Corina Machado, un pueblo desarmado es presa fácl de los criminales, la ley en cuestión no fue más que otra herramienta para vulnerar, todavía más, la venezolano de bien, y empoderar, todavía más, a los criminales en todos los niveles del chavismo. Esta situación no solo es insostenible, es intolerable.

Según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), Venezuela cerró 2023 con una tasa de más de 26 homicidios por cada 100.000 habitantes, una de las más altas del continente. Además, se estima que más del 90% de los crímenes violentos quedan impunes. Al menos 9 de las 35 principales cárceles del país están controladas por pranes, jefes mafiosos que operan desde adentro con total libertad, siendo el Tren de Aragua el más emblemático, según datos de Insight Crime y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La causa es simple: un sistema que, desde hace décadas, ha dejado de castigar al criminal y ha castigado al inocente. No hay justicia. No hay consecuencias. La ley se ha convertido en una broma de mal gusto.

II. SINGAPUR: UN ESTADO FIRME Y EFICIENTE

Singapur no es un país mágico. Era, hace 50 años, una isla pobre, caótica, plagada de crimen y corrupción. Hoy es uno de los países más seguros, ricos y ordenados del planeta.

Según el Último índice de percepción de corrupción de Transparency International (2023), Singapur está en el top 5 mundial con una puntuación de 83 sobre 100. Su tasa de homicidios es de apenas 0.2 por cada 100.000 habitantes, una de las más bajas del planeta. En el índice de criminalidad global de Numbeo 2023, Singapur ocupa uno de los lugares más bajos con solo 27.4 puntos sobre 100.

El padre de la patria, Lee Kuan Yew, entendió que sin moral y sin ley, no hay desarrollo. Fundó la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas (CPIB), una entidad con poderes casi ilimitados para investigar, confiscar y encarcelar a cualquier funcionario, empresario o ciudadano involucrado en actos de corrupción. La CPIB podía arrestar sin orden judicial, intervenir cuentas, requisar propiedades y meter presos a familiares del mismo primer ministro si fuera necesario. El resultado fue un sistema implacable contra el crimen.

La pena capital se aplicaba a casos graves de corrupción y en la actualidad a crímenes violentos. El mensaje era claro: el delito no paga. A esto se sumó una meritocracia absoluta, donde los mejores llegaban al poder y no los más populares. En Singapur, el funcionario público gana bien, pero también se le exige más que a nadie. Esta combinación de disciplina, ley y cultura del esfuerzo transformó un basurero en un emporio.

III. EL PLAN BUKELE: CUANDO EL ESTADO RECUPERA EL CONTROL

El Salvador era, hasta hace poco, uno de los países más peligrosos del mundo. Las maras tenían el control total del territorio, cobraban peaje a los ciudadanos y asesinaban sin piedad. Entonces llegó Nayib Bukele y cambió las reglas del juego. Utilizó el poder del Estado con audacia y determinación. Construyó la cárcel más grande de América Latina y metió allí a más de 73.000 pandilleros.

Implementó un régimen de excepción, capturó pandilleros por miles, y rompió el círculo vicioso de la impunidad. Por supuesto, los organismos internacionales lo criticaron. Pero ¿qué les importa a las ONG el dolor de las madres salvadoreñas? La verdad es que Bukele devolvió la paz a su pueblo. Hizo lo que se debía hacer.

Los resultados son contundentes: en 2015, El Salvador registraba 52 homicidios por cada 100.000 habitantes. En 2023, la tasa descendió a 2.4. Hoy El Salvador es uno de los países más seguros del continente. No por milagro, sino por acción. Por coraje. Por convicción.

IV. MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ: ORDEN Y AUTORIDAD EN CLAVE VENEZOLANA

El último gobierno funcional que tuvo Venezuela fue el de Marcos Pérez Jiménez. En su gestión, la criminalidad fue reducida al mínimo. Las calles eran seguras, la policía respetada, el Estado temido por los delincuentes. No porque se instaurara un Estado policial, sino porque se impuso la ley. El Delincuente sabía que no habría tolerancia, que habría consecuencias. Las obras públicas, la disciplina social y el respeto a la autoridad eran signos de un proyecto de país que buscaba grandeza, no miseria. La democracia liberal trajo desorden, mediocridad y populismo. Desde entonces, el crimen ha sido el cáncer que todo lo devora.

V. PROPUESTA: UNA NUEVA VENEZUELA BAJO EL IMPERIO DE LA LEY

  1. Un nuevo sistema penal: establecer una nueva Carta Magna que declare el principio de "tolerancia cero" frente al crimen. Se requiere reintroducir la pena capital para casos de homicidio (incluido el aborto), violación, secuestro y corrupción a gran escala. Que la pena sea proporcional al daño. En países como Singapur y China, la corrupción de alto nivel puede castigarse con la pena de muerte, y esto ha contribuido a mantener sus instituciones limpias y funcionales.

  2. Creación de una Oficina Nacional contra la Corrupción: un órgano autónomo, con facultades para investigar, intervenir, requisar y procesar a cualquier funcionario, juez, fiscal o ciudadano sospechoso de corrupción. Sin distinción. Sin excepciones. Que pueda acceder a cuentas, bienes y comunicaciones, y tenga jueces especiales para dictar medidas sin interferencias políticas.

  3. Reforma carcelaria: intervenir las cárceles tomadas por pranes, eliminar privilegios, dividir por niveles de peligrosidad, crear áreas de aislamiento y construir nuevos centros de detención de máxima seguridad. El Salvador construyó un Centro de Confinamiento del Terrorismo con capacidad para 40.000 internos. Venezuela necesita una infraestructura similar. Los presos deben pagar con trabajo su estadía, el CECOT salvadoreño es el modelo a seguir.

  4. Militarización temporal de zonas de alto riesgo: bajo un decreto de emergencia, las Fuerzas Armadas deben recuperar el control de zonas tomadas por bandas armadas, hasta pacificarlas completamente. Luego se transfiere el control a cuerpos civiles capacitados.

  5. Profesionalización y depuración de la Policía: salarios dignos, academias de formación con estándares internacionales, pruebas permanentes de confianza y depuración de elementos corruptos o incompetentes. La policía debe ser temida por los criminales y respetada por los ciudadanos.

  6. Implementación de tecnología para el control y prevención del crimen: sistemas de vigilancia con inteligencia artificial, drones, reconocimiento facial, botones de pánico en zonas vulnerables y mapas de calor criminal para acción preventiva. Singapur invierte millones de dólares en sistemas de vigilancia ciudadana interconectados. Venezuela debe aspirar al mismo nivel de control urbano.

  7. Meritocracia y educación moral: incorporar en el sistema educativo valores de disciplina, trabajo, respeto a la ley y amor a la patria. Recuperar la figura del maestro como formador de ciudadanos y no como repetidor de consignas ideológicas. Promover desde la escuela la figura del ciudadano honorable, trabajador y responsable.

  8. Castigo ejemplar para corruptos y traidores: el saqueo de la nación no puede seguir siendo premiado. Necesitamos justicia restaurativa y retributiva. Aquellos que han destruido al país deben responder ante la ley y ante el pueblo. El castigo no es venganza, es restauración del orden.

VI. CONCLUSIÓN: LA HORA DE LOS HOMBRES FIRMES

Venezuela no necesita otro experimento democrático fallido, ni otra mesa de diálogo con criminales. Necesita un nuevo contrato moral, donde la vida honesta sea premiada y el crimen castigado sin piedad. Solo así renacerá la patria.

Si Singapur lo hizo, nosotros podemos hacerlo. Si Bukele pudo pacificar El Salvador, nosotros podemos recuperar nuestras ciudades. Si Pérez Jiménez impuso el orden con menos tecnología, nosotros podemos hacerlo con más razón. Según el Latinobarómetro 2023, más del 60% de los venezolanos están dispuestos a apoyar un gobierno autoritario si les garantiza orden y seguridad.

Necesitamos voluntad, liderazgo y una generación dispuesta a defender la verdad, el orden y la justicia, cueste lo que cueste.